lunes, 26 de diciembre de 2011

LA LUDOPATIA: UN TRASTORNO CRECIENTE (Pulicado en "Voces de Cuenca", el 26-12-11)

26/12/2011
Los datos actuales son tremendamente preocupantes porque indican que aproximadamente el 5% de la población española tiene problemas de juego y que entre el 1%-5% son jugadores compulsivos patológicos
Por Francisco Javier Sánchez. Psicólogo
La adicción al juego constituye sin duda un grave y serio problema de salud pública en la actualidad.
Se encuentra ubicado dentro de los trastornos de control de impulsos no clasificados en el DSM IV-TR F 63.0 (312.31).
Los criterios diagnósticos que se identifican para el juego patológico en dicho manual son los siguientes:
- A. Comportamiento de juego desadaptativo, persistente y recurrente, como indican por los menos cinco (o más) de los siguientes ítems:
- (1 ) Preocupación por el juego.
- (2) Necesidad de jugar con cantidades crecientes de dinero para conseguir el grado de excitación deseado.
- (3) Fracaso repetido de los esfuerzos para controlar, interrumpir o detener el juego.
- (4) Inquietud o irritabilidad cuando intenta interrumpir o detener el juego.
- (5) El juego se utiliza como estrategia para escapar de los problemas o para aliviar la disforia.
- (6) Después de perder el dinero en el juego, se vuelve otro día para intentar recuperarlo (tratando de “cazar” las propias pérdidas).
- (7)Se engaña a los miembros de la familia, terapeutas u otras personas para ocultar el grado de implicación con el juego.
- (8) Se cometen actos ilegales para financiar el juego.
- (9) Se han arriesgado o perdido relaciones interpersonales significativas, trabajo y oportunidades educativas o profesionales debido al juego.
- (10) Se confía en que los demás proporcionen dinero que alivie la desesperada situación financiera causada por el juego.
- B. El comportamiento de juego no se explica mejor por la presencia de un episodio maníaco.
Los datos actuales son tremendamente preocupantes porque indican que aproximadamente el 5% de la población española tiene problemas de juego y que entre el 1%-5% son jugadores compulsivos patológicos.
Recordemos que estamos hablando de un grave problema en la persona que lo padece respecto a su impulsividad y su conducta adictiva.
Enrique Echeburúa
afirma que “en realidad, la urgencia de llevar a cabo la conducta y el malestar experimentado por el ludópata si se le impide hacerlo son muy similares al deseo compulsivo y al síndrome de abstinencia sufridos por los toxicómanos”..
El jugador lo sigue haciendo, a pesar de las consecuencias negativas que ello le acarrea. Tiene la llamada “ilusión de control” sobre el juego, creyendo mediante esta distorsión cognitiva que puede llegar a controlar el resultado de sus “apuestas”.
Cuando los pacientes acuden a consulta, suelen encontrarse en una fase bastante avanzada del trastorno. Es frecuente por ejemplo que nos verbalicen problemas económicos graves debido al exceso de dinero gastado (han pedido préstamos incluso para poder seguir jugando, o deben mucho dinero a gente cercana), es “normal” también que suelan venir acompañados por su pareja, cuya relación se encuentra en esta etapa avanzada tremendamente deteriorada por las continuas mentiras y engaños del ludópata para hacer frente a su deseo impulsivo y descontrolado de jugar.
El tratamiento realizado (cognitivo-conductual en mi caso), lo dividimos en dos etapas:
- 1ª: Conductas de evitación frente a situaciones de alto riesgo (control de estímulos): No pasar sólo a lugares donde haya máquinas de jugar, no disponer de dinero, ni tener posibilidad de acceder a el a través de tarjetas o cartilla con un control exhaustivo del que gasta a lo largo de cada día, no ir acompañado de otros jugadores.
- 2ª: Exposición en vivo progresiva a los estímulos desencadenantes del problema con prevención de respuesta. 
Estas dos técnicas se complementan con la terapia cognitiva donde se trabaja la falsa creencia de control sobre el juego citada con anterioridad, las creencias irracionales y las distorsiones cognitivas del paciente.
Es positivo y obtenemos buenos resultados con la adquisición por parte del paciente de competencias orientadas a la prevención de la recaída, habilidades sociales (asertividad, decir no), técnicas de resolución de problemas.
Solemos encontrar trastornos asociados- comorbilidad al problema de la ludopatía como trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, así como en determinadas ocasiones problemas de TDAH y trastorno bipolar.
“Si Vd. Se siente identificado con algunos de estos comentarios- síntomas, no dude en acudir a un profesional que le oriente e intente ayudarle”. Llega un momento en el que usted no es capaz de controlar sus impulsos y por mucho que se lo proponga vuelve a gastar dinero de manera compulsiva a pesar de verse afectadas todas las áreas significativas de su vida: social, laboral y familiar.
Fuentes consultadas:
- Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM IV-TR)
- ¿Adicciones sin drogas? Enrique Echeburúa.
- La ludopatía: Una “nueva” enfermedad. Ángela Ibáñez Cuadrado-Jerónimo Sáiz Ruiz.

lunes, 19 de diciembre de 2011

CARACTERÍSTICAS DE LA RELACIÓN MALTRATADOR-MALTRATADA (Publicado en "Voces de Cuenca" el 19-12-2011)

19/12/2011 - PSICOLOGÍA
Por Fco. Javier Sánchez Martínez. Psicólogo
Es el segundo artículo que escribo respecto a este tema. La importancia del mismo y los casos crecientes no me dejan indiferente al igual que a la mayoría de las personas. Mi objetivo con estas pequeñas claves es que aquella mujer maltratada sepa identificar y sobre todo “actuar” ante estas situaciones de indefensión.
Aunque personalmente creo que se ha animado siempre (acertadamente) a la mujer a denunciar el maltrato, también creo que se siguen careciendo de los recursos sociales, policiales y de protección suficientes para las mismas, y que por ello siguen produciéndose estas atrocidades siempre injustificables y despreciables. Denunciar sí, pero con unas garantías de protección y auxilio posterior.
El objetivo máximo del maltratador es CONTROLAR a su “víctima”. No lo hace directamente. Hace comentarios que no debe. Ella poco a poco se va AISLANDO sin apenas darse cuenta para evitar problemas con su pareja.
El maltratador nunca habla claramente de sus sentimientos, al contrario, es muy sutil: “Yo no te digo que no salgas, pero como lo hagas me enfado”.
El maltratador utiliza a la víctima para proyectar todas sus frustraciones y sus miedos, la culpa de lo ocurrido, le amenaza “me suicido si me dejas”, “no podría soportar la vida sin ti”. ¿Qué puedes hacer tú frente a estas afirmaciones? Nada, porque NO ES TU RESPONSABILIDAD LO QUE ÉL HAGA. Ella acaba asumiendo el rol de SALVADORA Y DE MADRE (por la educación recibida), lo cual son dos grandes errores, porque él la manipula y la chantajea emocionalmente.
El maltratador-manipulador suele desacreditarla en grupo, la compara con sus madres o con sus hermanas y otras mujeres, la desvaloriza, la confunde, enfadándose cada vez por un motivo distinto.
Si la mujer maltratada, al defenderse agrede al maltratador es normal que tenga sentimientos de culpabilidad, aumentando su miedo de manera espectacular.
“TÚ NUNCA VAS A PODER CONTROLAR LA CONDUCTA DE ÉL”. Él no va a cambiar en función de lo que tú hagas, porque independientemente de tu conducta, siempre encontrará razonamientos para reprocharte e invadir progresivamente tu espacio vital, hasta anularte.
Eres tú la que debe tomar medidas y salir, escapar de esa situación y círculo vicioso en el que te encuentras. Tarea nada fácil por cierto.
Tú vas dejando de hacer cosas para que él no se moleste. Acabas pensando: “Todo lo que hago no vale, con lo cual yo no valgo”.
No sueles disfrutar de las relaciones sexuales (si las hay).
Se trata de una RELACIÓN DESEQUILIBRADA. Él está por encima y tú por debajo en dicha relación.
No le muestres qué es lo que te hace daño, porque si él no sabe lo que te enfada se desorienta (es como si le devolvieras la pelota).
Nunca la mujer maltratada debe dejar de salir y saber cuáles son sus derechos.
Es curioso como a la consulta acuden ellas, porque “los maridos les dicen que están trastornadas”, cuando el verdadero problema reside en ellos.
Respondamos enérgicamente ante esta lacra social, pongámonos a trabajar en una única dirección y sigamos denunciando por favor cualquier ataque a los derechos personales, que son inviolables.


CARACTERÍSTICAS DE LA RELACIÓN MALTRATADOR-MALTRATADA (Publicado en "Voces de Cuenca" el 21-12-2011

19/12/2011 - PSICOLOGÍA
Por Fco. Javier Sánchez Martínez. Psicólogo
Es el segundo artículo que escribo respecto a este tema. La importancia del mismo y los casos crecientes no me dejan indiferente al igual que a la mayoría de las personas. Mi objetivo con estas pequeñas claves es que aquella mujer maltratada sepa identificar y sobre todo “actuar” ante estas situaciones de indefensión.
Aunque personalmente creo que se ha animado siempre (acertadamente) a la mujer a denunciar el maltrato, también creo que se siguen careciendo de los recursos sociales, policiales y de protección suficientes para las mismas, y que por ello siguen produciéndose estas atrocidades siempre injustificables y despreciables. Denunciar sí, pero con unas garantías de protección y auxilio posterior.
El objetivo máximo del maltratador es CONTROLAR a su “víctima”. No lo hace directamente. Hace comentarios que no debe. Ella poco a poco se va AISLANDO sin apenas darse cuenta para evitar problemas con su pareja.
El maltratador nunca habla claramente de sus sentimientos, al contrario, es muy sutil: “Yo no te digo que no salgas, pero como lo hagas me enfado”.
El maltratador utiliza a la víctima para proyectar todas sus frustraciones y sus miedos, la culpa de lo ocurrido, le amenaza “me suicido si me dejas”, “no podría soportar la vida sin ti”. ¿Qué puedes hacer tú frente a estas afirmaciones? Nada, porque NO ES TU RESPONSABILIDAD LO QUE ÉL HAGA. Ella acaba asumiendo el rol de SALVADORA Y DE MADRE (por la educación recibida), lo cual son dos grandes errores, porque él la manipula y la chantajea emocionalmente.
El maltratador-manipulador suele desacreditarla en grupo, la compara con sus madres o con sus hermanas y otras mujeres, la desvaloriza, la confunde, enfadándose cada vez por un motivo distinto.
Si la mujer maltratada, al defenderse agrede al maltratador es normal que tenga sentimientos de culpabilidad, aumentando su miedo de manera espectacular.
“TÚ NUNCA VAS A PODER CONTROLAR LA CONDUCTA DE ÉL”. Él no va a cambiar en función de lo que tú hagas, porque independientemente de tu conducta, siempre encontrará razonamientos para reprocharte e invadir progresivamente tu espacio vital, hasta anularte.
Eres tú la que debe tomar medidas y salir, escapar de esa situación y círculo vicioso en el que te encuentras. Tarea nada fácil por cierto.
Tú vas dejando de hacer cosas para que él no se moleste. Acabas pensando: “Todo lo que hago no vale, con lo cual yo no valgo”.
No sueles disfrutar de las relaciones sexuales (si las hay).
Se trata de una RELACIÓN DESEQUILIBRADA. Él está por encima y tú por debajo en dicha relación.
No le muestres qué es lo que te hace daño, porque si él no sabe lo que te enfada se desorienta (es como si le devolvieras la pelota).
Nunca la mujer maltratada debe dejar de salir y saber cuáles son sus derechos.
Es curioso como a la consulta acuden ellas, porque “los maridos les dicen que están trastornadas”, cuando el verdadero problema reside en ellos.
Respondamos enérgicamente ante esta lacra social, pongámonos a trabajar en una única dirección y sigamos denunciando por favor cualquier ataque a los derechos personales, que son inviolables.


lunes, 12 de diciembre de 2011

"CUANDO NOS EMPEÑAMOS EN CAMBIAR LO SUCEDIDO" (Publicado en "Voces de Cuenca" el 12-12-2011)

12/12/2011 - PSICOLOGÍA
Por Francisco Javier Sánchez Martínez
¿Se ha preguntado usted cuántas veces le ha ocurrido algo negativo y ha intentado cambiarlo?
Esta “batalla inútil” la iniciamos en multitud de ocasiones, sufriendo tremendamente por ello y autogenerándonos emociones negativas de intensidad extremadamente elevada. Sin embargo, seguimos queriendo intentar cambiar lo sucedido, cuando ya no es posible. Regresamos mentalmente al momento previo y reinventamos la historia que “nos hubiera gustado que sucediera”.
Esta “forma de funcionar mentalmente” es peligrosa y puede acarrearnos en muchas ocasiones determinados trastornos de ansiedad/depresivos (estado de ánimo).
Nos autorreprochamos lo que no hicimos bien y nos “machacamos” continuamente con lo que “deberíamos haber hecho” en lugar de lo que hicimos. Surge la culpabilidad malsana, el autodesprecio, “la autoagresión” ( la autoestima se puede ver seriamente dañada) y nos vemos inmersos en un callejón sin salida.
Si creemos que “la culpa” la tienen “otros”, aparece el rencor y el resentimiento hacia ellos, sentimientos éstos tremendamente complicados porque acaban volviéndose contra nosotros mismos y nos vuelven a producir sensación de angustia, ansiedad o alteración/inestabilidad emocional.
No podemos cambiar los hechos, pero si podemos buscar una nueva manera de pensar sobre lo sucedido. Mirarlo desde otro ángulo y “pensarlo” de una manera distinta. Si no hacemos esto, continuaremos recordando lo sucedido de la misma forma y nuestras emociones serán siempre exactamente las mismas.
Celia Antonini propone los siguientes pasos para comenzar a resolver cualquier situación desagradable que nos haya ocurrido:
1. Reconozca que sucedió.
2. Acepte que sucedió de la manera como sucedió y no de la forma que le hubiese gustado.
3. Elimine de su pensamiento el “debería” ( es un pensamiento irracional autoexigente del que hemos hablado en alguna ocasión y que no le permite margen de error, no le permite haberse equivocado” en aquella ocasión).
4. Evite cualquier frase que comience con “si hubiese sido….”
5. Evite cualquier frase que incluya “si hubiese hecho….”
No se martirice pensando en lo que pasó, piense en “qué hacer con aquello que pasó”.
No luche en contra de lo sucedido, libre una batalla con los pensamientos “que tiene” sobre lo sucedido.
Afirma Celia Antonini, muy acertadamente que aceptar no es sinónimo de resignarse, porque “ello implica una conformidad en contra de nuestra voluntad, es pensar: “no queda más remedio”, y en cambio la aceptación no conlleva un sentimiento de malestar, por el contrario, al no entablarse una lucha emocional interna, obteniéndose por tanto un resultado emocional también diferente”.
Cambiar el ángulo de visión no significa querer transformar algo negativo (objetivamente) en positivo, sino que, siendo conscientes que los pensamientos dirigen, regulan y determinan nuestras emociones y conductas, podemos “gestionarlos, controlarlos” de manera diferente.
Si trasladamos lo analizado hasta ahora a “la toma de decisiones” sobre determinados aspectos de nuestra vida (personal, laboral, de pareja) que decidimos llevar adelante, encontramos o podemos encontrar el mismo problema.
Además de no poder cambiar ya la decisión que tomamos en un momento dado en muchas ocasiones, porque no es posible rectificar, no nos damos cuenta que “lo que en aquel momento decidimos, lo decidimos porque pensábamos que era lo mejor”. Ahora, una vez vistas las consecuencias de aquello, vemos que no fue los más acertado, pero claro, ahora estamos en otro momento posterior, con una perspectiva distinta. Ahora le pregunto a usted: ¿desde cuándo es usted adivino? ¿Si llega a pensar por un solo segundo que aquello que decidió no era lo mejor, lo hubiera hecho?. Evidentemente no.
Los pacientes afirman en consulta: “cómo pude haber hecho aquello”, “cómo decidí aquello, ¿no me di cuenta que era un grave error?.
Las técnicas de reestructuración cognitiva son la base terapéutica que se utiliza a nivel clínico para modificar la forma de pensar o estilo cognitivo, sin, repito, nunca intentar cambiar lo sucedido. Si usted aprende a reestructurar sus pensamientos, no evitará sentirse triste en muchas ocasiones (la tristeza es un sentimiento “normal”, al igual que la alegría), pero sí podrá evitar trastornos del estado de ánimo o problemas de ansiedad en la mayor parte de las ocasiones.
Fuente principal: “Amo y esclavo de tus pensamientos”. Celia Antonini.

lunes, 5 de diciembre de 2011

LA DEPRESIÓN: "UNA ENFERMEDAD CRUEL" (Publicado en "Voces de Cuenca" el 5-12-2011)

LA DEPRESIÓN: UNA ENFERMEDAD CRUEL.

Fco. Javier  Sánchez Martínez. Psicólogo


La depresión es la enfermedad “de moda” del siglo XXI.

 Los datos son devastadores:

-         El 3% de la población mundial padece algún tipo de depresión, lo cual supone más de 120 millones de personas sufriéndola (O.M.S)
-         Entre el 10-20% de personas que acuden a consulta la padece.
-         Dentro de 10 años será (según la O.M.S) la segunda causa de incapacidad personal, con todo lo que ello conlleva.
-         Relacionado con este trastorno del estado de ánimo aparece el escalofriante tema del suicidio: Entre los 15-30 años el suicidio es la segunda causa de muerte en los jóvenes tras los accidentes de tráfico.
-         Las mujeres la padecen en una proporción de 2 a 1 frente a los hombres.

Frente a estos datos tremendos no hay duda alguna: hemos mejorado nuestra calidad de vida, pero me atrevo a afirmar que psicológicamente nuestra vida es “menos sana” (¿es el riesgo implícito o el precio que hemos de pagar por una sociedad más avanzada en todos los aspectos?). La ansiedad y la depresión han acabado formando parte de nuestra vida cotidiana. Difícil no tener todas las semanas en consulta a más de un paciente con un trastorno depresivo/ansioso- depresivo.

Sin entrar en clasificaciones densas y farragosas si hemos de diferenciar entre las depresiones endógenas (físicas, orgánicas) y las reactivas o exógenas (neuróticas), dependiendo si la causa que la produce es interna o externa (acontecimiento externo). Las depresiones psicóticas (de factor hereditario muy significativo) también son especialmente duras y complicadas (pueden aparecer por ejemplo en la depresión posparto).

Los neurotransmisores implicados y comprometidos en la etiología de la depresión son la dopamina, noradrenalina, serotonina y acetilcolina, por lo que los fármacos prescritos tienden a “regular” de manera adecuada dichos neurotransmisores en nuestro cerebro (inhibición de la recaptación ).

Los síntomas más característicos son los pensamientos negativos unidos a sentimientos de desesperanza, impotencia, un pesimismo catastrófico ante el futuro y una sensación de fracaso que paraliza y bloquea al paciente, produciéndole un malestar clínico significativo.

Mi experiencia clínica en esta área es especialmente interesante. El paciente relata su “especial forma de percibir el mundo” cuando se encuentra con depresión. “El efecto túnel”, “el pozo sin fondo” son expresiones frecuentes que escucho en la consulta. Suele ser habitual un primer período de “desahogo emocional” en la que el paciente ha de “expulsar” toda esa negatividad que lleva dentro. Tras este período comenzamos la terapia con técnicas de reestructuración cognitiva (identificación de distorsiones cognitivas y objetivización de las mismas con la finalidad de de generar emociones proporcionadas con la situación actual)  regulación de actividades cotidianas (que producen mejora del estado de ánimo), técnicas de relajación (asociadas a trastornos de ansiedad), estrategias de afrontamiento ante situaciones determinadas y regulación de hábitos de sueño en una primera fase. Algunas de estas estrategias las mantendremos durante toda la terapia.

Depresión y ansiedad suelen ir unidas en muchas ocasiones, los psiquiatras y los psicólogos estamos acostumbrados a verlas de la mano, por lo que no es nada extraño ver a pacientes con ambos criterios y con medicación ansioso-depresiva.

El tema del apoyo familiar es muy importante, pero también puede convertirse en un arma de doble filo.

El eminente psiquiatra Vallejo-Nájera explica muy acertadamente las frases típicas de los familiares (con buena intención) que son contraproducentes para el paciente:

-         “Anímate”
-         “Pon de tu parte”
-         “Sal a la calle”
-         “Si tuvieras el tiempo ocupado y problemas reales e importantes no tendrías tiempo para deprimirte”.

Cuidado: NUNCA DECIR ESTAS FRASES AL DEPRIMIDO, son contraproducentes y le generan sentimientos de culpabilidad. El paciente “no sale” de la depresión porque no quiere, sino porque no puede.

Al paciente deprimido hay que ofrecerle nuestro apoyo, que sepa que estamos ahí si nos necesita y luego…. “dejarle tranquilo”. Es más importante el apoyo social percibido que recibe, que probablemente el apoyo real que podemos darle en esos momentos. Debe saber que cuenta con usted, pero no le atosigue.

Si usted padece algunos de los síntomas descritos, no deje pasar el tiempo, póngase en manos de un profesional, intentaremos ayudarle en ese sufrimiento tan interno en el que tanto la mente como el cuerpo piden quedarse en cama todo el día, no relacionarse con nadie y estar a la defensiva (irritable),  casi de manera constante.