lunes, 21 de mayo de 2012

"PERDONAR SIN OLVIDAR, NO ES PERDONAR PLENAMENTE" (Publicado en "Voces de Cuenca" el 21-5-12)

"El rencor le producirá infelicidad, estado de alerta continuo, repetitivo (“obsesivo”), suspicacia en las relaciones con los demás, desconfianza, irritabilidad y en muchas ocasiones su “mejor arma arrojadiza” será LA VENGANZA, algo que no puedo recomendarle" Por Fco. Javier Sánchez Martínez. Psicólogo “Aquel que no puede perdonar a otros, destruye el puente sobre el cual debe pasar él mismo” (George Herbert). Cuando nos adentramos en el mundo de las emociones y los sentimientos, el debate “está prácticamente servido de antemano”. Por eso las sugerencias y opiniones del lector serán de gran aportación al resto de nosotros, que probablemente aportemos una visión muy concreta del tema. Cuando afirmo que “perdonar sin olvidar no es perdonar plenamente”, no me refiero a intentar borrar de nuestra memoria aquello que nos ha pasado con el otro/s en determinada situación/es, porque es evidente que salvo enfermedad asociada sería completamente imposible. Me refiero a haber sabido “gestionar” adecuadamente un sentimiento negativo como el rencor, asociado a términos como “resentimiento”, “obsesión”, “especulación”. Si usted perdona, pero no olvida, tiene todavía una tarea pendiente de “trabajar”. El rencor le producirá infelicidad, estado de alerta continuo, repetitivo (“obsesivo”), suspicacia en las relaciones con los demás, desconfianza, irritabilidad y en muchas ocasiones su “mejor arma arrojadiza” será LA VENGANZA, algo que no puedo recomendarle. En consulta, es frecuente encontrar este sentimiento asociado en muchas ocasiones a: (entre otros muchos factores): 1. Un déficit en habilidades sociales: hablo de pasividad (acumulación negativa de emociones), agresividad (expresión inadecuada de emociones o pensamientos) frente a asertividad. Pueden aparecer somatizaciones, estrés, ansiedad). 2. Rigidez cognitiva: pensamos en lo que “debía o no debía haberle dicho al otro” o en lo que “el otro debía o no debía habernos dicho” (pensamiento exigente y probablemente repetitivo). En este sentido considero que es bueno tener expectativas respecto al otro, pero siempre ACEPTÁNDOLO como un ser falible, con derecho a equivocarse. Disfrutaremos más de él/ella. La flexibilidad casi siempre es positiva. Permita excepciones a sus “creencias”, adáptese a la situación. 3. Déficit de autoestima. Uno de los componentes de la autoestima es la autoaceptación. Si acabamos por no “aceptarnos” y “no aceptamos al otro” por aquello que “afortunadamente”, no hemos resuelto bien o nos ha dicho (porque no somos y el otro tampoco es “perfecto”), estaremos influyendo negativamente en uno de los componentes fundamentales de la autoestima. ¿Porqué no querer al otro como es sin intentar “cambiarlo”?. Entiendo que esta afirmación NO ES INCOMPATIBLE con realizar “al otro” críticas constructivas para intentar mejorar la relación con él/ella. Casi todos habremos sentido rencor alguna vez, al igual que culpabilidad. La clave se encuentra, repito en aprender a “manejar” y “gestionar” dichos sentimientos/ emociones. Frente al manejo inadecuado del rencor se proponen algunas sugerencias: - Identificar en primer término la emoción y aceptarla (lo cual no significa que nos guste). - No personalizar. Una conducta no representa a una persona. Cuidado con el “etiquetaje”. - “Perdonar y olvidar” (título del artículo de hoy) - “No esperar nada de los demás” (los demás te “fallarán”, y se “equivocarán”, y te harán daño (voluntaria o involuntariamente). A largo plazo y por una cuestión también relacionada con la autoestima, el rencor acaba dañando más a la propia persona que al otro. No hablo de “tener que ser amable con el que nos hace daño”, podemos ser respetuosos o “superficialmente cordiales”, pero si no perdonas ni olvidas saldrás dañado. Créeme. Cuidado especial con “creer” que todo el mundo tiene algo en contra de nosotros, que somos unas víctimas de los demás. Frente a ello, proponemos la sana creencia de “saberte controlador de los acontecimientos que puedan ocurrirte”. El victimismo casi nunca es positivo, genera indefensión y desesperanza, y sobre todo mina nuestra autoestima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario