domingo, 6 de mayo de 2012

"LA IMPORTANCIA DE SABER EXPRESAR EMOCIONES" (Publicado en "Voces de Cuenca" el 7-5-2012)

LA IMPORTANCIA DE SABER EXPRESAR EMOCIONES. Fco. Javier Sánchez Martínez. Psicólogo. Sin ser cierto que totalmente que “todo aquello que nos callamos nos puede hacer daño”, no es menos cierto que, en términos generales expresar “adecuadamente” aquello que sentimos en determinados momentos de nuestra vida, resulta fundamental para nuestra salud psicológica, por supuesto para nuestra autoestima y también para mejorar la calidad de nuestras relaciones interpersonales. Suelo aconsejar a mis pacientes, una vez que comienzan el tratamiento terapéutico, que a partir de esos momentos identifiquen claramente aquellas situaciones en las que “suelen callarse”, “hacerse los despitados” (pese a que les hacen daño y se dan perfecta cuenta de ello), o simplemente “se van a casa enfadados e indignados por no haber expresado el malestar que les ha producido determinado comentario o situación”. Así, partimos de situaciones concretas en las que el paciente tiene dificultades para expresar sus emociones y mandamos “deberes” al paciente para que comience a cambiar su “forma de funcionar” respecto a este aspecto. Vemos las dificultades que tiene, planteamos alternativas y vemos como evoluciona su nivel de ansiedad y de control ante dichas situaciones cambiando la forma de “enfrentarse a ellas” Los motivos que suelen tener las personas en general o los pacientes en concreto a no expresar dichas emociones suelen ser variados. Los que más me he encontrado en consulta han sido los siguientes: - Temor a ser rechazado por los demás. El pensamiento irracional subyacente suele ser “si digo lo que pienso, se enfadará conmigo y nada será ya igual”. Nada más lejos de la realidad. En la práctica suele ocurrir precisamente lo contrario, ya que el decir lo que sentimos (cuando queremos hacerlo) no hace sino crearnos y generarnos nuestro propio espacio frente al otro, es decir, “ponerle límites” frente a algo que dicho o ha hecho, aspecto que casi siempre resulta sano y positivo. - Temor a perder la benevolencia del otro. Temor a “ser visto con otros ojos” por parte del otro. Temor a ser atacado o mal interpretado por la otra persona. Ocurre que si utilizamos la asertividad, esto no suele ocurrir, porque expresaremos adecuadamente lo que pensamos o sentimos, pero siempre respetando a la otra persona. Es un derecho básico el expresar emociones, y cada vez que no lo hacemos estamos renunciado a ese derecho y probablemente se lo estamos “otorgando” a la persona o personas que tenemos enfrente. - Temor a sentirse mal con posterioridad, es decir, tras decir lo siente o piensa (el propio paciente). Este aspecto suele ocurrir por un sentimiento de culpabilidad malsano en el que asumimos el papel de salvador frente al otro, volviendo a renunciar a un derecho básico necesario para nuestra salud psicológica. - Temor a perder en definitiva la aprobación de los demás si decimos o expresamos algo con lo que no estamos de acuerdo o nos ha molestado. En muchas ocasiones por tanto, cuando emocionalmente “dejamos cosas pendientes en la recámara” no es nada extraño que aparezcan en forma de otros síntomas o manifestaciones psicológicas . Hablo de somatizaciones, descenso acusado de la autoestima, abuso de los mecanismos de defensa, permisividad excesiva con los otros, mecanismos de compensación frente a algo que creemos “no deberíamos haber dicho” (el expresar lo que sentíamos), todo lo cual no son sino “trampas psicológicas” que quizás nos funcionen a corto plazo, pero casi nunca a largo plazo, ya que seguimos teniendo pendiente el trastorno o problema base que en este caso parte de la dificultad para expresar emociones. Si no trabajamos este aspecto con el paciente, lo que intentará explicarnos en consulta será una “justificación continua” del porqué no dijo lo que pensaba. Aspecto éste que no es sino una “racionalización” de lo ocurrido para no sentirse mal, es decir, una autoexplicación convincente (aunque no cierta) de su comportamiento para “evitar” su propio malestar psicológico. Es por ello, que en algunas ocasiones tras escuchar al paciente, que necesita un desahogo emocional, tenemos que pasar a la segunda fase: iniciar un plan de acción para atajar el problema. Exprese usted sus emociones, diga en cada momento lo que piense, aquello que le molesta, aquello que le indigna o aquello que no se esperaba del otro. Hablamos también en definitiva también de la asertividad, esa habilidad social, ese estilo de comportamiento directamente relacionado con una buena salud psicológica y que suele ser expresión de una sana autoestima. Comprobará que además de no ocurrir todo aquello que temía, usted se siente mejor consigo mismo, y además se habrá ganado el respeto y consideración de los demás, porque simplemente dijo lo que pensaba o cómo se sentía, es decir puso nombre y expresión a sus emociones. Hágame caso.

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