lunes, 28 de mayo de 2012

"TU MADRE TE HACE VUDÚ" (Publicado en "Voces de Cuenca el 28-5-2012)

"Tu madre te hace vudú". Esta frase dicha por el marido de alguna paciente vista hace mucho tiempo, me sirve como “excusa” para hablar de las relaciones de los hijos “ya maduros” e independientes, con los padres, y en especial con las madres Por Francisco Javier Sánchez. Psicólogo Esta frase dicha por el marido de alguna paciente vista hace mucho tiempo, me sirve como “excusa” para hablar de las relaciones de los hijos “ya maduros” e independientes, con los padres, y en especial con las madres. Desde mi experiencia profesional, he observado un gran número de casos (que se mantiene en constante incremento) en los que las madres (especialmente), en “su papel de madres” (¿?), no desean que sus hijos crezcan, desean tenerlos para siempre con ellas, coartando su libertad, haciéndoles dependientes emocionales y chantajeándoles de manera permanente. Las madres convencidas de ser “totalmente necesarias para sus hijos/as”, se entrometen en su vida personal, económica, familiar, de pareja, etc., hasta el punto de llegar a provocar duras disputas entre la pareja, que en muchos casos llegan a producir la separación. Este perfil de madre sobreprotectora, de carácter fuerte, con iniciativa y capacidad de líder en muchos casos, genera o suele generar una “tremenda culpabilidad malsana” en el hijo/a, si no accede a sus pretensiones. No es extraño que se sume a las vacaciones de la pareja sin contar “con la pareja”, que se pase el día entero en casa de su hija “porque no puede estar sola”, o que responsabilice a su hijo/a de lo mal que se siente en multitud de ocasiones. Por desgracia pacientes de edad media – alta , aunque también jóvenes, se encuentran envueltos en esta trama malsana a nivel psicológico, en la que, mientras nos relatan en consulta el daño causado por su madre, nos comentan seguidamente “lo mal que se sienten por hablar mal de ella” (alguna compañera psicóloga diría que se trata de “la bruja mala”, la culpabilidad inadecuada, la conciencia mal orientada, o los sentimientos poco sanos y fruto del chantaje emocional del que han sido víctimas). Nada extraño tampoco que el otro miembro de la pareja afirme que “la madre le hizo vudú”, ya que , aunque no materialmente (ritual), si se lo hizo psicológicamente, porque “le ha anulado como persona”, “le ha impedido disfrutar de su vida” dado que ha prescindido de sus derechos, para responder siempre a las expectativas de su madre. Quede claro que la madre ha realizado todo esto, porque el hijo/a se lo ha permitido (las relaciones de familia positivas y adecuadas, se convierten en algo negativo cuando se utiliza esto, para sobrepasar los límites del otro, en este caso del hijo o de la hija, inmiscuyéndose en su vida y quitándole su espacio vital”). No es casualidad encontrarnos a “madres como rosas”, a costa de la salud de los hijos/as que luego son los que acuden a consulta. El perfil de madre que cuento se caracteriza por una autoestima adecuada e incluso subida de tono y suele ser incapaz de reconocer lo que está haciendo mal. La pareja de su hijo/a siempre será poco para ella, porque nadie estará a las circunstancias de su querido hijo/a. Mi amiga y profesora de Psicología de la Personalidad en la Facultad de Educación de Cuenca y experta en “Empatía”, María Dolores Muñoz, me comentaba muy sabiamente que las “buenas madres”, es decir aquellas que no ponen límites a los hijos, que te ofrecen cariño a costa de exigirte luego lo que “debes o no debes” hacer por ellas, que han repetido hasta la saciedad la frase de : “si no fuera por vosotros (refiriéndose a los hijos) ya me habría separado”, aquellas que presumen de ser amigos/as de sus hijos/as, que se meten en las parejas de sus hijos/as, en cómo deben cuidar a su nieto, en reafirmarse en la idea de que “todo lo que hago o te digo, lo hago por tu bien”, se convierten a largo plazo en “malas madres”, porque no han educado a sus hijos de manera adecuada, fundamentalmente a nivel emocional, con las repercusiones psicológicas que ello conlleva, y a la inversa. Aquellas madres que hacen lo contrario, es decir, ponen límites a los hijos, favorecen climas adecuados de comunicación, se muestran firmes en determinadas decisiones, pero son capaces de dialogar y negociar en otras, son en principio “malas madres” que con posterioridad se convirtieron en “buenas madres”, porque hicieron sus deberes y cumplieron con sus “obligaciones” . En definitiva afirma M. Dolores, que hay que “ser mala”, es decir, hay que educar a los hijos con justicia y disciplina, y dejarse de chantajes emocionales-culinarios aprovechando su puesto de poder, “algo con lo que estoy absolutamente de acuerdo”. Cuidado con el cariño maternal, que proporcionado en dosis excesivas y a través de círculos malsanos, puede afectarle a usted, a sus relaciones de pareja y a las relaciones con su hijo/a. Reitero lo afirmado en el artículo de la semana pasada: “en estos casos, la pareja debe tenerlo claro, y la prioridad deben ser ellos mismos, con los límites pertinentes a la familia.

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