lunes, 30 de julio de 2012

"Cuando el paciente no se permite estar deprimido" (Publicado en "Voces de Cuenca el 30-7-12)

¿Una persona deprimida no tiene que salir de casa? Eso es un tópico y una creencia irracional Por Francisco Javier Sánchez Ocurre en consulta, con relativa frecuencia, que un número elevado de pacientes diagnosticados de trastornos del estado de ánimo, se encuentran “de baja laboral”, por la sintomatología unida a este tipo de trastornos y evidentemente por el malestar clínico significativo que su enfermedad les acarrea. Un comentario asiduo de las personas que asisten a mi consulta es el siguiente: “Me da mucha vergüenza que la gente me vea por ahí, paseando con mi mujer, tomando un café o simplemente conduciendo un coche. Si estoy de baja, estoy de baja y se supone que no tengo ganas de hacer nada. Cuando puntualmente me río, me siento fatal, es como si no estuviera justificado que me encuentre sin trabajar”. Cuenca, no es una ciudad grande, por lo que el lector sabe que es no es nada extraño encontrarse con conocidos en la calle y cruzarse a personas a las que saludamos de forma casi diaria. El paciente que nos manifiesta este pensamiento, nos expresa con su comentario que en el fondo o en la superficie está convencido de las siguientes afirmaciones: - “Si estoy deprimido, debería encerrarme en casa y no salir. La depresión es así”. - “¿Cómo puedo estar haciendo cosas si se encuentra sin trabajar precisamente por desinterés en los ámbitos más importantes de su vida (anhedonia)?. - “Cuando la gente me ve, aparentemente, a mi no me pasa nada, aunque internamente me encuentre fatal. Muchos pensarán que es puro cuento para no trabajar como el resto de las personas”. - “Imagínese si me voy a pasar unos días a un lugar que me guste, y encima me encuentro allí a alguien. Realmente sería tremendo. Pensarían con más razón que todo es una excusa”. ¿Le suenan al lector este tipo de pensamientos de los que hemos hablado en más de una ocasión? Así es, se trata de creencias irracionales y poco sanas que generan al paciente emociones muy intensas y desproporcionadas con la situación que está viviendo. ¿Un paciente deprimido no tiene que salir de casa? Es un tópico y una creencia irracional. ¿Dónde está escrito éso?. Que usted esté deprimido, ¿no le da derecho a salir de casa, entablar conversación con persona y por supuesto reír en determinados momentos?. Los pensamientos irracionales exigentes (“debería”, “tendría”) se los atribuye el propio paciente y se “cree obligado” a cumplirlos. Estos pensamientos le bloquean y le impiden disfrutar de aquello que se le ha encomendado, o que simplemente le apetece hacer a pesar de “estar de baja y diagnosticado de un trastorno del estado de ánimo” o cualquier otro trastorno. ¿El que no tenga interés por nada, le ha de privar de “intentar” hacer actividades encomendadas terapéuticamente (por el profesional en muchos casos) que le supongan poco coste emocional y físico pero con las que sea capaz de “desconectar” puntualmente de su problema con el sano objetivo de descargar tensión psíquica y distraer su mente? Es evidente que la fuerza de voluntad es lo que más puede “fallarle” al paciente con depresión, y no podemos “obligarle a conseguir metas altas y extensas en el tiempo, pero si podemos plantearles metas cortas que consiga a su ritmo que le vayan reforzando y motivando en su camino hacia la salida de su trastorno. Hacer actividades mejora el estado de ánimo, está comprobado, pero siempre se ha de adaptar este aspecto a cada paciente concreto y en función de multitud de variables que es adecuado identificar. ¿El paciente deprimido por ejemplo, o cualquier otro tipo de paciente, ha de justificar su enfermedad ante el mundo, o simplemente ha de actuar con aquello que sea mejor para él/ella o aquello que le haya recomendado el profesional o profesionales por los que está siendo tratado? ¿Si el paciente da demasiadas explicaciones de lo que le ocurre, por qué le ocurre y desde cuando le ocurre, los demás entenderán mejor y comprenderán su caso?.Es más: ¿Necesita el paciente la aprobación de los demás para encontrarse “enfermo”? Por supuesto, NO. Incluso el dar excesivas explicaciones, es decir, información gratuita a los otros, puede provocar el efecto contrario y hacernos menos creíbles. Sólo hemos de priorizar aquellas personas a las que consideremos oportunas contarles lo que nos sucede, y es más, por muchas explicaciones o muy pocas explicaciones que dé el enfermo, siempre habrá personas “malpensadas” y personas que “entenderán perfectamente lo que le ocurre. Vd. no puede controlar lo que los demás digan de usted, porque simplemente, no depende de usted. Una vez más no entre en ese juego, que no le conviene. En el fondo de muchos de estos casos vistos en consulta, existe otra creencia irracional relacionada con las anteriores: “En el fondo la gente lleva razón, y si me ve por ahí, haciendo cosas o divirtiéndome, no debería estar de baja, sino trabajando, no me lo merezco”, identificando en muchas ocasiones un problema importantísimo de autoestima, además de la exigencia de la que hemos hablado anteriormente. Lo que en el fondo estamos haciendo también es “conceder a los demás el derecho a que nos juzguen subjetivamente, siendo incapaces nosotros de valorar nuestra situación objetiva y real de manera sana”. ¿Porqué vuelve usted a dar derechos a los demás a los que renuncia para usted?. Error importante, que acaba pasando “factura psicológica” al paciente y que en muchos casos puede llevarle a: - Incorporarse al trabajo antes de lo que “tenía pensado” por el “qué dirán”. - No “curarse” totalmente de su trastorno, aumentando así la probabilidad de una recaída futura. - Racionalizar o justificar que se encuentra ya bien y que no era tan grave como él/ella creía. - Simplemente hacer lo que cree que los demás creen que él/ella debe hacer. Cuídese primero usted, y después usted. No es ser egoísta anteponer las necesidades propias a las de los demás (otra creencia errónea)- Los demás, siempre tendrán un argumento importante que darle sobre lo que a usted le sucede, le darán su opinión, le dirán lo que “tiene o no tiene que hacer”, y lo que es más importante y usted debe tener más claro: nunca, en ningún caso podrá controlar lo que “los otros” piensan acerca de todo lo que a usted le está ocurriendo. Sea inteligente emocionalmente.

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